viernes, 29 de mayo de 2009

Dándole una oportunidad al presente

Ella permaneció allí sentada. Hacía tan solo quince minutos que se habían conocido y allí estaba ella sentada en su coche preguntándose porqué no se había bajado ya, y pensando lo confiada que había sido al acceder a que le acompañase a su casa.

Quizás fue la hora, la necesidad de aire nuevo o la frustración de haber salido con esas tres chicas vacías que habían conseguido desesperarla durante toda la noche dejándola sumida en un profundo aburrimiento. Qué mas da? El caso es que allí estaba escuchando a aquel chico -conocido de un ex suyo- y descubriendo a la fantástica persona que llevaba dentro.
Debía haberse bajado nada más llegar a su casa pero percibió como necesitaba hablar aquel chico y decidió escucharlo. Y cada palabra de su conversación les iba uniendo más y más y más...
Los misteriosos recobecos del alma humana no dejan de sorprendernos.
Durante esas dos horas creyeron en la magia del amor, los flechazos, y en la existencia de un amplio abanico de oportunidades que todos tenemos.
Él pensaba como ella siempre había pensado pero ahora era ella quien no podía corresponderle. No podía seguirle y abandonarse al destino como había hecho tantas veces... pero tampoco era capaz de abandonar el coche.
Era un chico dulce, muy dulce, y apasionado, y tímido, y leal, y... no era el momento.
Pero al menos ella pudo sentir la magia de las posibilidades inesperadas que nos ofrece la vida. La oportunidad está esperándonos. Nada está predelimitado, todo puede cambiar.
Agradeció la oportunidad de haberlo conocido porque aquel era un encuentro mágico, y se sintió feliz ante la vida, porque se había sentido viva.
Nunca había conocido a ningún chico así.

miércoles, 1 de abril de 2009

Por lo que nunca te dije...

El almuerzo transcurría con normalidad hasta que, de repente, su primo hizo un absurdo comentario sin venir a cuento de nada y sintió como se le tambaleaba algo por dentro. Qué tonterías tenía que soltar ahora? Versionaba una historia de su pasado y encima parecía que le estaba dando la vuelta. Le hablaba de su primer amor como si ella lo hubiese despreciado y a él le hubiese gustado continuar la historia o algo así. Esto era el colmo! Con lo mal que lo estuvo pasando ella durante tanto tiempo a causa de esa historia.
El almuerzo concluyó, la tarde se vaporizó y la rutina continuaba en sus vidas de una u otra manera. No obstante, una duda la corroía por dentro. Y si la historia no era la que ella había imaginado durante tantos años? Y si la falta de comunicación había mermado una maravillosa relación? Y si todo había sido un error? Qué tontería pensar en ello después de más de veinte años. Era absurdo... pero no lo podía evitar. Las cosas habrían sido tan diferentes...

Veinte años atrás ella creía que en el amor no hacía falta hablar de los sentimientos, pensaba que podían percibirse debido a su intensidad. Digamos que tenía un concepto bastante sobrevalorado de las percepciones humanas. A esto se le unía también el hecho de que ella era una chica bastante tímida e inexperta. Nunca fue capaz de decirle lo que sentía, lo que pensaba , lo que anhelaba a su lado. Aquel dieciseisavo cumpleaños, cuando recibió aquella carta de su primo contándole como su chico se había ido con otra y quitándole cualquier importancia, su alma se rompió en mil pedazos, se sintió el ser más desdichado del planeta, pensó quitarse la vida, no podía soportar ese intenso malestar que le acompañaba día y noche, recordaba cada momento que habían pasado juntos, su memoria en aquellos tiempos era demasiado precisa, no podía olvidarle, él había cambiado su mundo y jamás volvería a ser la misma de antes.

A lo largo del tiempo pensó en llamarlo, escribirle alguna carta, comunicarse con él de alguna forma pero nunca fue capaz de hacer nada. Tan sólo buscaba desesperadamente algo que la ayudase a olvidar, se refugiaba en los brazos de posibles futuras relaciones que nunca llegaban a buen puerto y que le desencadenaban un creciente malestar del que no sabía cómo escapar.
Esta tempestad pasó. La calma se había instaurado en su vida desde hacía tiempo pero una brusca ráfaga de viento del pasado había vuelto a entrar por su ventana haciendo que su barco se tambalease por unos instantes.

Así que, ahora, después de tantísimos años, de repente tomó una decisión y comenzó a escribir: Por lo que nunca te dije...
...

Buscó su dirección de correo y pulsó la opción: Enviar.

miércoles, 11 de marzo de 2009

No Olvidemos Nuestros Sueños

Uno envejece en el momento en el que empieza a olvidarse de sí mismo, en el instante en que comienza a olvidar sus sueños, su fuerza, su infancia, la confianza en sí mismo y todo lo positivo que conlleva su pasado. Entonces se pierde el Norte porque no nos apetece abordar un futuro vacío de sueños. A nadie le gusta un pastel insípido ya que necesitamos saborear el Mundo para sentir que estamos vivos.

martes, 10 de marzo de 2009

A mi amigo Gus

No me hace falta el cielo, la luna o el sol,
ni hermosos paseos, ni tan siquiera tu voz
Tú sabes lo que nos basta:
nuestras letras...

Se deslizan en un trozo de papel y
de repente, el tiempo se detiene...
Sólo somos sentimientos impresos, vibraciones, ¿anhelos?
Acaso deseamos ser algo más?

Y entre cartas bailamos en el tiempo y la distancia
y nos sentimos nosotros
porque no nos hace falta el cielo...

lunes, 9 de marzo de 2009

Danzando al Límite de Nuestra Propia Censura

Entre los grados de alcohol y la broma, su amiga besó al primo de su propio novio. Ella le imitó. Su amiga siempre rompía el hielo. Le besó como un juego. Entonces la amiga volvió a repetirlo y ella deseó volver a hacerlo. Esta vez le besó lentamente... Él se quedó algo flipado, algo encantado, algo enganchado.
De repente, empezó a concienciarse un poco de la situación o de lo que podría aparentar la cosa y se levantó algo avergonzada. No quería mirarlo porque le había gustado. Aquel beso le había encantado y no quería enfrentarse a esa maravillosa sensación, entre otras cosas porque ella ya tenía pareja, la cual se había marchado dos o tres horas antes del local; además ella quería a su chico, a pesar de que últimamente no se pudiesen ver demasiado y hubiesen cambiado tantas cosas entre ellos.
Pero, aunque intentemos huir de nosotros mismos, siempre nos llevamos dentro.
Es curioso como la vida puede cambiar en tan solo un segundo. Cada acto puede condicionar nuestro futuro y no nos damos cuenta de ello.
El contacto de nuestros labios puede transformarnos y hacer que veamos cosas que estaban ahí y no eramos capaces de percibir, nos quita una venda de los ojos, nos da una oportunidad...
Ese simple contacto, supuestamente sin intención, les unió más de lo que ninguno de los dos hubiesen sospechado jamás. Y ahora estaba presa en su mirada, en su recuerdo, en su forma de acercarse. Casi podría afirmar que se había enamorado de él o, ¿quizás de aquella noche?
Se sintió maravillosamente bien. Si alguna vez había experimentado una sensación parecida fue con su primer amor y nunca jamás volvió a repetirse.
Pero el puente del Pilar había pasado, el chico había regresado a su ciudad, sus rutinas cotidianas retomaron su lugar y no volvieron a verse nunca más.
 
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